La técnica de la Silla Vacía es una de las herramientas más originales dentro de la Terapia Gestalt. Esta técnica convierte una sesión de psicoterapia en un encuentro vivencial con una situación, elemento o persona, estableciendo un diálogo con dicho elemento o sujeto, y permitiendo así contactar emocionalmente con la propia experiencia e integrarla en la historia de vida.¿Para qué se utiliza esta técnica?La técnica de la silla vacía puede utilizarse para establecer un diálogo con una situación, un aspecto de la propia personalidad, o una persona no disponible.Un acontecimiento traumático puede representar una situación perturbadora en la vida de la persona, de tal modo que inhiba alguna función o bloquee su sano desarrollo y crecimiento personal (Ej.: una violación, un abuso, una agresión fisica, etc.). Así pues, hablamos de establecer un diálogo con cualquier acontecimiento que haya marcado significativamente y alterado la vida del cliente.
Cuando se proyecta en la silla algún aspecto de la propia personalidad, como por ejemplo una necesidad, una incapacidad o un sentimiento, la persona se encuentra en una dimensión más concreta para manejar y comprender otra dimensión más subjetiva de sí misma. De este modo, lo subjetivo se transforma en tangible, y con ello, comprensible y manejable.Y finalmente, cuando hablamos de establecer un diálogo con una persona no disponible, nos referimos a una persona en torno a quien se ha desarrollado un asunto (presente o pasado) que no se encuentre en la actualidad. No estar disponible puede deberse a varias causas tales como fallecimiento, distanciamiento, separación, abandono, etc.¿Cómo se desarrolla la técnica de la Silla Vacía?Se coloca físicamente frente al cliente una silla en la cual se desarrollará este procedimiento. Se le pide concentrar toda su atención en la silla e imaginar la figura previamente identificada (Ej.: una persona querida que ha fallecido). La forma cómo se desarrolla este procedimiento cambia dependiendo de aquello que se proyecte en la silla; no es lo mismo trabajar con algún acontecimiento o con alguna persona no disponible, que hacerlo con algún aspecto de la propia personalidad.Con un acontecimiento la experiencia es más narrativa. El cliente recapitula lo sucedido y el terapeuta interviene haciendo énfasis en el sentimiento o la emoción que acompaña la situación descrita, pidiendo paralelamente a la persona que se percate de lo que está sucediendo. De esta forma, la silla actúa a modo de pantalla, donde el cliente focaliza su atención y proyecta su percepción del acontecimiento. Él narra y describe lo sucedido, identifica sus emociones y sentimientos ligados a cada elemento significativo de tal acontecimiento, expresa y libera profundas tensiones internas, establece contacto, y finalmente toma conciencia del significado que ha asignado al acontecimiento y del modo en que éste interfiere en su vida.En cambio, cuando se trabaja en la silla algún aspecto de la propia personalidad, la experiencia se vuelve más interactiva y dialogal. El terapeuta dirige la intervención hacia el momento más intenso emocionalmente para el cliente. El cliente establece contacto y el terapeuta contribuye a maximizarlo.
Cuando en la silla se deposita algún aspecto de la propia personalidad del cliente,éste tiene la oportunidad de mirarse y examinarse a distancia, “desde fuera”, logrando una impresión más imparcial de sí mismo. Por lo general, se trabaja con aquel aspecto negado o rechazado. La mera ubicación fisica de la proyección, expone ante los ojos del cliente aquello que no quiere mirar y tanto teme; la persona no únicamente se sienta en frente, también se comunica con aquel aspecto y empatiza con él.Y cuando se pone en la silla a una persona significativa en la vida del cliente que puede no estar disponible por diversas causas, la persona aprende que, si bien, ya no tiene existencia en la realidad física, esta persona sí existe en la realidad psicológica. El paciente utiliza su imaginación para rellenar con la presencia de tal persona, el espacio vacío de la silla. El terapeuta le pide primero que lo describa físicamente para darle fuerza a tal imagen y presencia, dirige la intervención hacia el momento de mayor intensidad emocional, detiene el proceso y facilita la toma de contacto. El cliente se comunica directamente con la persona imaginada en la silla. El terapeuta sigue muy de cerca este dialogo, haciendo énfasis en el presente, en el sentimiento y en el cuerpo del paciente, alentando la expresión de emociones, y fortaleciendo el (darse cuenta).A lo largo de la sesión, existen diversos intercambios de silla. El cliente ocupa tanto la silla donde se ha sentado en el inicio, como la silla que ocupa la proyección. De este modo, él podrá sentir la situación, elemento o persona no disponible que ha proyectado en la silla, y establecer un diálogo. El número de cambios de silla vendrá determinado por la cantidad de diálogo necesario. En ocasiones bastará con un único cambio; otras, se precisará de varios intercambios para facilitar la expresión de emociones y sentimientos
¿Cómo termina este tipo de intervención?Una vez de regreso a la silla original, se pide al cliente que cierre los ojos, imagine esa parte suya proyectada en la silla vacía, la acerque hacia sí mismo y la deposite en algún lugar de su cuerpo (cada parte guarda un sentido simbólico con las necesidades afectivas del cliente).El cierre de la experiencia varía dependiendo de la creatividad y personalidad del terapeuta. Aún así, es necesario que aquello que se proyecta en la silla (Ej. un aspecto concreto de la personalidad) se reintegre de alguna manera en la personalidad total o en la historia de vida del cliente. El objetivo de esta técnica es precisamente la integración.Al finalizar, el terapeuta añade información respecto al modo en cómo la persona puede sentirse después de un procedimiento similar, principalmente para no generar ansiedad innecesaria. Es habitual sentirse raro, triste o extraño los días siguientes a la sesión.¿Cada cuanto se aplica esta técnica?Está técnica se utiliza de manera intermitente, es decir, no se aplica en todas las sesiones, únicamente cuando, según la experiencia, sensibilidad e intuición del terapeuta, puede ser útil para explorar la situación, elemento o sujeto no presente, incrementar la conciencia y facilitar el contacto emocional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario